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07 septiembre 2010

Retumbos

Por Fernando Suazo - Guatemala, 7 de septiembre de 2010 
 
Este invierno nos está inundando de lluvias y de lágrimas.
La cultura maya sabía estar con la madre tierra, pedirle permiso, interpretar sus señales, respetar sus exigencias, hacerle concesiones, interactuar con ella. La cultura del saqueo que trajeron los civilizadores despersonalizó la naturaleza, la redujo a objeto de uso y abuso avorazado, la profanó. Por eso ahora la tenemos de enemiga: nos mata y nos destruye, nos amenaza por debajo, con retumbos, y por encima, con derrumbes.
Otros retumbos suenan también por debajo en Guatemala. Dicen en el Pentágono que Guatemala se aproxima críticamente a la condición de narcoestado; que el 40 % de nuestro territorio ya está en manos de bandas narcotraficantes. Y, además -aunque no lo diga el Pentágono-, los chapines sabemos que Guatemala también está en las garras de otras bandas, las corporaciones transnacionales. Unas y otras persiguen vorazmente sus negocios, saquean nuestras riquezas y ponen su mira en los funcionarios del Estado para corromperles o amenazarles y hacer que colaboren con el crimen. Así, este Estado que un día la oligarquía criolla independizara de España para saquearlo a placer, es ahora precipitadamente socavado, ya no sólo por la rancia oligarquía, sino también por esos poderosos agentes transnacionales. Bajo nuestra casa guatemalteca poderes extraños horadan masivamente nuestros cimientos.
Pero el mal no es de nosotros solos. La bestial masacre de los 72 migrantes latinos en el estado de Tamaulipas, México, es un zarpazo más de los monstruos que trajinan bajo nuestras raíces. El domingo 5 de septiembre publicó ElPeriódico un sobrecogedor reportaje donde afirmaba que en el lapso de una década, entre 1998 y 2008, desaparecieron 60,000 inmigrantes de Centro y Sudamérica que intentaron llegar a Estados Unidos. Nunca se supo qué pasó con ellos, simplemente les perdieron el rastro… ¿Cómo desaparecieron tantos cuerpos?
Sobre la masacre de Tamaulipas los grandes medios de manipulación de masas –para eso están-, adelantaron en seguida interpretaciones para evitar más preguntas del gran público. Dijeron, por ejemplo, que los asesinados se habrían negado a colaborar como sicarios de los Zetas. Pero la verdad reporta cifras pavorosas: los 600.000 migrantes latinos que cada año atraviesan México son sistemáticamente acosados, extorsionados, violados, amenazados y asesinados; cada año más de 20,000 migrantes son secuestrados y saqueados, reportando la sucia ganancia de 3.000 millones de dólares al año, repartidos entre los cárteles y las policías corruptas de USA y de México. Aunque estas tragedias no son noticia porque así lo decretan los medios, esta vez hubo testigos, y por eso lo sabemos. O tal vez les permitieron sobrevivir para que contasen la historia e indujese más terror (www.gennarocarotenuto.it en rebelion.org, 2/9/10). También esto es posible, que los cuerpos destrozados estuvieran ahí para ser exhibidos intentando frenar la inmigración: sabido es que el sheriff racista Joe Arpaio del condado Maricopa, de Arizona, tiene muchos adeptos. Lo cierto es que del sufrimiento de los migrantes manan, como sangre de una herida, no sólo los 3,000 millones que les roban, sino otros 10,000 que ellos envían como remesas.
Sin embargo, en la información que los medios ocultan, pululan siniestros criminales, muchos de guante blanco. El narcotráfico, tras el petróleo y el comercio de armas está entre los tres mayores negocios del mundo, en poder, sobre todo, de los USA. En él se mueven, según estima la ONU, de 300 a 500 mil millones de dólares. Los agentes de la CIA son expertos en el narcotráfico internacional y en el contrabando de armas. Además, el sistema bancario-financiero estadounidense es el mayor beneficiario del lavado de billones de dólares (http://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article897).
Algunos de los principales bancos y empresas financieras estadounidenses, entre ellos Wells Fargo, Bank of America, Citigroup, American Express y Western Unión, han lucrado durante años con el lavado de fondos provenientes del narcotráfico pagando por ello multas mínimas. Es el caso de Wachovia Corp., comprado por Wells Fargo en 2008, y que ahora es el banco con más sucursales en Estados Unidos. Wells Fargo admitió ante un tribunal que Wachovia no había vigilado ni informado sobre actividades sospechosas de lavado de dinero, incluyendo fondos para la compra de por lo menos cuatro aviones en Estados Unidos, que transportaron 22 toneladas de cocaína. Todo esto se reveló en un acuerdo judicial del banco con fiscales federales, en marzo de 2010. Wachovia admitió haber dado curso a fondos ilícitos de más de 378.4 mil millones de dólares entre mayo de 2004 y mayo de 2007.
Otro caso es el de Western Union, que a principios de este año pagó 94 millones para resolver una investigación criminal y civil del procurador general de Arizona, en la que agentes clandestinos, disfrazados de narcotraficantes, lograron sobornar repetidas veces a empleados de la empresa en 20 oficinas diferentes. (Fuente: http://www.cubadebate.cu/noticias/2010/08/17/el-dinero-del-narcotrafico-se-lava-en-los-grandes-bancos-norteamericanos/ )
Es evidente que el narcotráfico es uno de los principales intereses estratégicos en la política exterior de los USA. Por una parte, por las enormes ganancias que reporta. Por ejemplo, en Afganistán, ahora bajo el control de la CIA y de los marines, se produce alrededor del 92 % del opio mundial (datos de la ONU, a través de la UNODOC), que suponen cerca de 120,000 millones de dólares anuales de ganancia líquida.
Por otra parte, el narcotráfico le sirve al imperio para justificar con increíble cinismo gran parte de sus políticas intervencionistas (865 bases militares fuera de su territorio, 9 de ella en América Latina, según datos de 2009 no actualizados).
Ahora bien: Un aparato militar tan descomunal ¿no será capaz de vencer al narcotráfico? Y si de eso se tratara en verdad, ¿por qué no cortar el problema de raíz, suprimiendo su demanda, la cual proviene en su mayor parte de los 60 millones de consumidores norteamericanos? (http://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article897)
Por tantas sospechas y falsedades, crecen propuestas de cambiar el escenario: legalicemos el comercio de la droga, como lo está el del tabaco y el alcohol. Es posible que, a partir de ahí, a violencia social, la corrupción política, la crítica debilidad de los Estados nacionales y las coartadas del intervencionismo gringo no sean las mismas. ¿No les parece demasiado el precio que estamos pagando para que, después de todo, esos 60 millones de norteamericanos sigan consumiendo una droga que cuesta tanta sangre?
Venezuela y Ecuador ya se cansaron de la farsa y expulsaron a los agentes de la DEA. Para terminar con sus retumbos.

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