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02 septiembre 2010

Clases de derecha

Clases de derecha
En una democracia liberal, la derecha coexiste de manera pacífica con otras formas de pensamiento y facciones políticas.
Álvaro Velásquez. Siglo XXI, 02-09-10
 
La derecha en Guatemala es la principal corriente política, intelectual y de valores  que prevalece en la sociedad. En una democracia liberal, la derecha coexiste de manera pacífica con otras formas de pensamiento y facciones políticas.  Corresponde en general a un modo de ver y hacer las cosas que tiene un determinado grupo de la sociedad que ha aprovechado la capacidad coercitiva del Estado para asegurar su dominio.  Para fines analíticos cabe dividirla en tres vertientes: 1) la ideológica/académica; 2) la política y  3) la económica local/transnacional. Lo que les une es la defensa de clase y la preservación de su  hegemonía en el Estado. No todos son parte del club: muchos han sido cooptados externamente y otros son sólo fascinados por la retorica del éxito.

La primera es más ortodoxa, pues se apega a la epistemología del individualismo, cuyo fin es esconder las grietas sociales y sus conflictos y que a su vez muestra una opción racional de clase por su adhesión al concepto de la “soberanía del mercado” (Mises) para explicar la acomodación natural de la sociedad a este orden.   Cumple un rol de primer orden en la construcción del discurso para la persuasión.

Aunque subsidiaria del poder económico tradicional, a la corriente ideológica, le falta valor o coherencia para enfrentar a su patrocinadores locales (mercantilistas), por eso avala sin condiciones el capital extranjero, mismo que termina comiéndose el mandado. También quisiera un Estado sin Estado; sin Banco de Guatemala;  sin Universidad de San Carlos; sin Ministerio de Educación, sin propiedad estatal del subsuelo (¿vender el país al mejor postor?) y no se cuestiona la legitimidad de la propiedad originaria, porque ello supondría reconocer al agraviado (i.e a los pueblos indígenas).

La segunda es la derecha política, la que es dominante debido a un sistema electoral que favorece el financiamiento privado, lo cual genera  partidos pre-pagos, desechables y mercenarios de la política. Cuanto más dinero se tenga o se obtenga, más fácil jugar a la política y  hacerse un nombre con las reglas del márquetin sin que ello implique tener méritos para gobernar ni programas para implementar. El discurso de los partidos de la derecha guatemalteca se centra en la inseguridad ciudadana, la cual es real, pero que no necesariamente se soluciona con fórmulas fáciles de combinar Viagra y testosterona (“más rápido, más duro, más macho”), como  tampoco atacando los efectos se solucionan las causas.

La tercera es la económica. Ha tomado de la primera (la ideológica) sólo lo que le interesa: discurso antiimpuestos e intolerancia hacia las políticas sociales, las que ve como un peligro a  sus privilegios económicos. Para lo demás espera una devolución estatal activa a sus negocios y sin tener que invertir mucho o nada. Las leyes o medidas exigidas recientemente  han sido: la Ley Pública-Privada; la renovación de Perenco y la Franja Transversal del Norte. Pero no ha quitado su mirada del Banrural y el Crédito Hipotecario Nacional, entre otros. La derecha económica guatemalteca es bastante opaca en sus negocios y redes, aunque reclama transparencia de todo el mundo.

Entre tanto, las transnacionales empiezan a tener sutilmente un rol cada vez más político de acuerdo a su creciente importancia económica.

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