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25 marzo 2010

Ideología, diseño y comunicación II, por Carlos Interiano. laNoricia, 25-03-10

Parte 2. El Diseño Gráfico como expresión estética e ideológica: El diseño gráfico, como manifestación concreta del espíritu humano, está impregnado de un universo ideológico que marca tendencias...
...en los trazos, colores, formas, sonidos y dimensiones en las distintas maneras de su expresión, digamos por caso, carteles, reportajes, infografías, spots de televisión, revistas, desplegados, campañas publicitarias, fotografías.

A nivel casi siempre inconsciente, el diseño gráfico “refleja” la estructura ideológica del diseñador. Y como una manifestación estética, el diseño no sólo reproduce la capacidad creativa y artística del emisor; reproduce también su ideología. En otras palabras, su pensamiento, su percepción particular sobre su realidad, ya sea esta subjetiva u objetiva.

Esta concepción ideológica impregna el arte, la cultura; y al mismo tiempo se ve reflejada en el diseño, naciendo así los grandes movimientos, tendencias y escuelas de diseño, las cuales, por supuesto, están condicionadas también por los movimientos tecnológicos y mayor o menor acopio de herramientas, técnicas e instrumentos. Las tecnologías de punta, el cada vez más desarrollado mundo del software ha venido a imprimir un sello característico al diseño en general, globalizando las grandes tendencias existentes en esta esfera de la creatividad humana.

En cuanto a la concepción estética del diseño gráfico ya no puede hablarse de este término en singular. Debe hablarse de estéticas del diseño, dado que existe multiplicidad de enfoques, marcados ya no sólo por la sensibilidad artística y la ideología de sus creadores, sino también por el imperioso mundo de las nuevas tecnologías. Por ejemplo, durante muchísimos años, los creativos diseñadores, utilizaron el prestype como recurso para armar textos, ilustraciones y adjuntar algunos elementos visuales en la creación de diseños de anuncios publicitarios; hoy día, esos recursos son parte del pasado. El uso de softwares especiales en este campo los han venido a sustituir, con muchas más posibilidades visuales que aquél.

Sin embargo, cabe aquí colocar un warning, una advertencia. Podría darse el caso que la tecnología de punta, tal como la conocemos hoy día, produzca una especie de trasmutación ideológica, dado que si bien es cierto el creativo diseñador proyecta su universo ideológico en sus proyectos, también es cierto que los programas con los cuales trabaja hoy día, han sido diseñados para producir ciertos efectos en direcciones preestablecidas; es decir, han sido diseñados con un enfoque ideológico que se transmite a través de la línea, el trazo, la forma, el color…y entonces no sabemos si un proyecto/diseño en particular transmite la ideología de su creador, o más bien, es presa de una ideología originalmente trazada por el diseñador del software utilizado.

De lo que sí estamos seguros es que no es posible medir con los mismos parámetros los productos diseñados anteriores a esta explosión tecnológica con los producidos durante los últimos veinte años de esta era. Sería algo así como comparar peras con aguacates.

EL DISEÑO GRÁFICO COMO EXPRESIÓN COMUNICACIONAL

Qué comunicamos y qué queremos comunicar con el diseño de un proyecto son dos de las cuestiones centrales en esta discusión. En este sentido vale la pena recordar dos grandes posturas semiológicas: la semiología de la significación y la semiología de la comunicación.

La primera postura, la semiología de la significación, se preocupa más por el mensaje sugerido, simbólico, poco referencial, a veces, subliminal. Para esta visión semiológica, el mensaje tiene un valor estético en sí mismo que debe respetarse y valorarse. Según la visión de algunos críticos, es el arte por el arte: ambiguo, autorreflexivo; generador de su propio idiolecto estéctico. En este sentido, prevalece el goce del individuo sobre el interés comunicativo de la colectividad.
Para la semiología de la significación los códigos son abiertos, no interesan los acuerdos sociales en el uso de los signos, ni las reglas de combinación o selección; lo que sí interesa es el resguardo del concepto de belleza, es decir, algo que resulte agradable a los sentidos, sin importar el contenido del mensaje; en otras palabras, la hegemonía del significante sobre el significado.

Desde esta perspectiva se legitiman todas las expresiones en el diseño, desde las más barrocas y retorcidas formas de expresión, hasta las más caóticas obras de arte; totalmente abiertas, sin reglas, sin acuerdos sociales, si escuelas ni tendencias.
En la segunda postura, la semiología de la comunicación, los emisores se preocupan por elaborar mensajes cifrados en un código de entendimiento común, usando el referente simbólico que es fácilmente descodificado por el receptor. En esta segunda postura, lo que interesa es que el usuario de los signos sepa interpretarlos con la misma intención con que fueron cifrados por el emisor. En esta perspectiva, se preocupan por utilizar recursos estilísticos (trazos, símbolos, colores, ubicaciones, etc.) que sean de fácil comprensión; y aparte que estén relacionados con el contexto del usuario.

En la semiología de la comunicación se toma muy en cuenta el concepto que en antropología se conoce como otredad, es decir, pensar, diseñar y comunicarnos poniéndonos en el lugar del usuario y no desde nuestra perspectiva estética o cultural. En este contexto, surgen como condiciones previas a la creación y diseño de un mensaje, la selección y combinación de signos, mediante reglas que son el resultado de acuerdos sociales: psicología de la forma, sociología y psicología del color, antropología de la comunicación, sólo para mencionar tres grandes fuentes de acuerdos sociales.

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