Godo de Medeiros (Guatemala)**
gododemedeiros@gmail.com
Eduardo Galeano lo retrata de esta manera: “El general Jorge Ubico, jefe de Estado de Guatemala, gobierna rodeado de efigies de Napoleón Bonaparte. Se le parece, dice, como mellizo.
Pero Ubico cabalga motocicletas y la guerra que lleva adelante no tiene por objeto la conquista de Europa. La suya es la guerra contra los malos pensamientos. Contra los malos pensamientos, disciplina militar. Ubico militariza a los empleados del correo, a los músicos de la orquesta sinfónica y a los niños de las escuelas. Como la barriga llena es madre de los malos pensamientos, manda reducir a la mitad los salarios en las plantaciones de la United Fruit. Castiga el ocio, padre de los malos pensamientos, obligando a los culpables a trabajar gratis las tierras de su propiedad. Para arrancar los malos pensamientos a los revolucionarios, inventa una corona de acero que les estruja la cabeza en los sótanos de la policía. Ubico ha impuesto a los indios una contribución forzosa de cinco centavos mensuales para levantar un gran monumento a Ubico. Ante el escultor, mano al pecho, posa”. Hasta aquí la reseña de Galeano, escritor e intelectual uruguayo de estatura universal. Otro escritor e intelectual de estatura universal, nuestro compatriota Luis Cardoza y Aragón, nos dice lo siguiente: “El general Ubico no fue un déspota ilustrado, ni siquiera inteligente, ni siquiera tonto, ni siquiera mediocre o pintoresco y con alguna visión creativa, con alguna originalidad o generosidad. No fue más que un generalote primario, incapaz y fatuo. El autócrata Jorge Ubico dio a la oligarquía del café y a la United Fruit Co. permiso para matar. Decreto 2795: ‘Están exentos de responsabilidad criminal los propietarios de fincas…’”. Hasta aquí las citas de Cardoza y Aragón. El déspota, agrego yo, promulgó varias leyes para beneficio personal, familiar y el de sus amigos más cercanos. De esa cuenta, era obligatorio –como en los tiempos de la esclavitud– prestar servicios personales gratuitos al Estado. Obviamente, el Estado era Ubico, su familia y sus amigos. También debo agregar que el mencionado Decreto 2795 garantizaba impunidad legal a los terratenientes que mataran a cualquier persona por el hecho de que caminaran en “sus tierras”. Y las tierras, por supuesto, eran de Ubico, su familia y sus amigos. Por si esto no bastara, la Ley Contra la Vagancia establecía, entre otras arbitrariedades, que los patronos tenían que extender documentos de identificación a las personas haciendo constar que “eran trabajadores”, pues de lo contrario eran sometidas a trabajos forzosos y degradantes. Con esto, los terratenientes, la elite oligarca, se convertían en registradores civiles, eran una suerte de Registro Nacional de Personas (Renap) actual. Los fusilamientos de obreros, estudiantes, campesinos y opositores políticos eran una especie de diversión, de entretenimiento, para el aburrido Jorge Ubico, que osaba ordenar que todo el pueblo saliera a las calles para aplaudirlo en su desfile personal de cumpleaños cada 10 de noviembre. ¡Vaya coincidencia! Un 10 de noviembre de 1943 inauguró su Palacio Nacional.
* Tomado de la revista Coyuntura, Análisis y Opiniones, No. 101, del 5 de julio de 2010
** Periodista, poeta y narrador. Trabajó en el desaparecido radio periódico Guatemala Flash, Prensa Libre, periódico Universidad, la desaparecida revista Tinamit, el Diario de Centroamérica y elQuetzalteco. Ha colaborado con las revistas electrónicas La Insignia y Albedrío. Fundó las revistas literarias tayer y VozUrbana.