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04 agosto 2010

Estado de la Nación

Una instantánea del violento y caótico estado de la Nación guatemalteca, enviada como postal a mis estudiantes y lectores jóvenes desde Salamanca.

Mario Roberto Morales
 
Guatemala está siendo atacada otra vez por su propia oligarquía (como en 1954), la cual culpa al Gobierno de turno de las desgracias que causa el crimen organizado, oculto tras instituciones oligárquicas como los servicios de inteligencia privados y los ejércitos a sueldo infiltrados en el Estado. ¿Por qué hace esto la oligarquía?

Porque su ineptitud económica la ha llevado a una vergonzosa situación en la que su productividad ha sido sustituida por las remesas de la pobrería ilegal en EE.UU. y por los narcodólares como sangre vital de su sistema financiero. Esta pusilánime situación de improductividad y parasitismo económico ha empujado a la clase media y a las masas populares al precipicio, como ocurrió antes en el México de Salinas y en la Argentina de Menem (a la cual salvó Kirschner pagando su deuda externa entera; a México lo habría salvado López Obrador si no le hubieran robado las elecciones los neoliberales mexicanos), países en los que se pusieron en práctica las mismas recetas neoliberales que la oligarquía impulsó en Guatemala luego de la firma de “la paz”: ingreso libre de capitales transnacionales que hacen quebrar la pequeña, mediana y gran empresa (los oligarcas venden sus activos y se vuelven socios minoritarios de esos capitales, como ocurrió con el monopolio de los supermercados y como está ocurriendo con el del cemento y ocurrirá con el de las bebidas espirituosas), ingreso libre de la cooperación internacional para dejar en sus manos las tareas del Estado, el cual quisieron desmantelar privatizando sus activos (como la telefonía y la electricidad); y vía libre para que los militares contrainsurgentes y de “la paz” (ahora sin empleo) organizaran el delito y los servicios oligárquicos de inteligencia.
Para esto se firmó “la paz”, la cual (tal como fue pactada) constituyó un proyecto político de la derecha. La Guatemala que vivimos es el resultado de la victoria militar de la derecha sobre la izquierda armada. Y esta es su gloria.

Incapaz de encabezar la construcción de un país moderno, la oligarquía se aferra a la inversión transnacional de la Franja Transversal del Norte (que implica la palma africana y la explotación minera y petrolera) para ser socia minoritaria de ella, sin importarle el desastre ecológico que causará. Ante la oposición popular a estos planes y sin candidato presidencial ante la pobrería agradecida que votará por la continuidad del actual Gobierno corrupto, la oligarquía (por medio de su ala neoliberal) blande la doctrina (straussiana) de crear un enemigo externo (Hugo Chávez) para espantar con el viejo petate de muerto de la vuelta del “comunismo que nos quitará la propiedad privada” (la cual oligarcas y neoliberales confunden con propiedad individual y por ello temen que les quiten su auto, su casa, su calzoncillo y su lapicero), y su sector fascista impulsa el terrorismo culpando del caos resultante al inepto Gobierno.

Es la lógica del fallido golpe de Estado cuando el asesinato de Rosenberg (perpetrado por empresarios y crimen organizado), una táctica oligárquica-neoliberal que está vigente. De hecho, cuando la oligarquía hondureña derrocó a Zelaya, los cabecillas neoliberales de aquí (españoles, argentinos y cubanos miamescos) llamaron con euforia al golpismo por los medios masivos.
Para imponer el proyecto económico de la oligarquía, su sector fascista recurre al golpismo y al terrorismo. Por eso la derecha no debe ganar las elecciones. Eso supone converger ya en una amplia unidad política nacional.

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