Carta de un dueño del país
Por Mario Roberto Morales - Guatemala, 14 de noviembre de 2012
consucultura@intelnet.net.gt
O la amable invitación a ser prácticos y realistas de aquí al 2062.
Véalo desde nuestro punto de vista.
Somos los dueños del país y tenemos márgenes de lucro que se mueven a un
ritmo de crecimiento que simplemente no podemos desacelerar porque
hacerlo sería suicida. Se basa en prácticas mercantilistas y
monopólicas, sí. Pero –seamos objetivos– en la práctica no hay otra
forma de hacer negocios ni de ser exitoso. Esta es la verdad. Toda esa
paja de la libre competencia, la libertad económica y la dignidad de la
persona es solo la propaganda con la que se vende un sistema cuya
eficacia depende del realismo práctico de hombres como nosotros, los
dueños del país. Esto, le pese a quien le pese.
Lo cual nos lleva a la realidad que
viviremos en los próximos 50 años. Trate de comprender: es imposible
cambiar nuestro modelo de acumulación de capital porque su inercia es
tan arrasadora que no podríamos democratizarlo sin destruirnos. Sea
realista. Tenemos que seguir atrayendo la inversión de oligopolios
transnacionales para hacernos socios minoritarios de ellos en todos los
rubros extractivos que nuestro subsuelo permita. Por eso, la minería se
seguirá expandiendo a pesar de la conflictividad social que provoca y
que provocará en el futuro. No hay de otra.
Sabemos que este rubro de acumulación
de capital implica deshacer el paisaje geográfico, expulsar comunidades
de su hábitat y envenenar el ambiente. Pero todo vale la pena porque en
medio siglo el país estará parado sobre mejores bases económicas y
nuestros bisnietos podrán brindar mejores fuentes de trabajo a la
pobrería nacional; misma que ahora tiene que emigrar para sostener la
economía con sus remesas. Lo cual, por otra parte, es consecuencia
lógica de una modalidad de desarrollo globalizado y por lo tanto no debe
extrañar a nadie. Las economías siempre han sido sostenidas por la mano
de obra. Sea realista. ¿De qué se escandaliza cuando “denuncia” este
hecho?
Nosotros ya medimos el costo social
de nuestro proyecto económico. Habrá conflictividad social, sí. Por eso,
en la Política Nacional de Seguridad, el “enemigo interno” –es decir,
la población– es considerado y tratado como “terrorista”. Comprenderá
entonces que la conflictividad social será reprimida (a contrapelo de
las protestas internacionales y las de los sediciosos oenegeros de los
derechos humanos). Y como la conflictividad irá en aumento porque la
actividad extractiva lo hará también, hemos ya procedido a identificar y
neutralizar a potenciales dirigentes de lo que pudiera convertir las
desorganizadas rebeliones actuales en un movimiento subversivo
organizado en el futuro.
Asimismo, tenemos ya en la mira a los
terroristas ex guerrilleros que tienen la suficiente capacidad militar
como para volver a organizar una resistencia armada, a fin de llevarlos a
los tribunales bajo acusaciones (no de crímenes de guerra, como hacen
los comunistas con nuestros héroes contrainsurgentes, sino) de moda,
como acoso sexual, violencia doméstica y hábitos mal vistos como
consumir algunos de los productos que impulsamos en nuestros rubros de
economía informal. Además, los más prácticos de nosotros sugieren un
gobierno militar para –de un solo golpe a la chilena– exterminar a todos
los enemigos internos deshaciéndonos de entrada del costo social que
implica instaurar en paz nuestro proyecto económico. Capisce? Si no le
gusta, váyase del país mientras pueda hacerlo. Y si decide quedarse, ¡no
joda!
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